Con el rostro rojo revisé románticos y reveladores recuerdos resguardados religiosamente. Raudo razoné, a ratos, de ridículos y rudimentarios rituales que rara vez realicé y que renegaban la realidad de mi ser. Rogaba, rezaba, pero las remembranzas retenidas retomaban su rareza. Repentinamente regresé a revisar los rumores registrados en la Red y ello, renovó lo que retenía recientemente en la retina. Luego recapacité pues reconocí, riéndome, que mi rol representaba, en realidad, la de relatar con r.
LetrArtes
jueves, 4 de noviembre de 2010
miércoles, 8 de septiembre de 2010
MAL SUEÑO
El apóstol Santiago le dijo: “Anda y la riqueza será vuestra”.
Pedro, presuroso, cruzó al Nuevo Mundo.
Ya en el cerro Huelén, el joven conquistador, observó la ciudad y pensó:
“La Concertación y la Oposición harán de ésta, una hermosa y armónica ciudad”.
Borró luego esta imagen, descendió cabalgando y entre las calles de cemento, siguió batallando contra los araucanos.
Ahora, allá, arriba, desde los cielos, Valdivia inculpa al apóstol por el mal sueño y la ocurrencia de hacerlo venir a Chile. El apóstol, protector guerrero, sólo sonreía y más tarde, visitaba maliciosamente la mente del creador del Transantiago.
Claudio Alvarado Velásquez
Concurso: “Santiago en 100 palabras”
Pedro, presuroso, cruzó al Nuevo Mundo.
Ya en el cerro Huelén, el joven conquistador, observó la ciudad y pensó:
“La Concertación y la Oposición harán de ésta, una hermosa y armónica ciudad”.
Borró luego esta imagen, descendió cabalgando y entre las calles de cemento, siguió batallando contra los araucanos.
Ahora, allá, arriba, desde los cielos, Valdivia inculpa al apóstol por el mal sueño y la ocurrencia de hacerlo venir a Chile. El apóstol, protector guerrero, sólo sonreía y más tarde, visitaba maliciosamente la mente del creador del Transantiago.
Claudio Alvarado Velásquez
Concurso: “Santiago en 100 palabras”
EN MALA HORA
La Fernanda estaba deshecha. El cuadro era patético, surrealista.
Aglomerada, casi toda la enseñanza media se disponía a participar del funeral. La tarde se pintaba de nubes y la tímida llovizna se unía a sus lágrimas en una amalgama perfecta que se desplazaba por sus lindas mejillas hasta humedecer los labios más sensuales que mis pupilas habían fotografiado en mis quince años de vital existencia. Media hora contemplándola. Era la ocasión perfecta para acercarme y conversar. Luego de mortificarme en dudas, logré dirigir un par de pasos en su dirección. Estaba resuelto a consolar a la persona que hacía tres años me descontrolaba emocionalmente. Apuré el tranco para llegar a su lado.
-¡Amor!,¿ Por qué demoraste tanto?
Mientras decía aquello, dejaba el asiento de la plaza de armas y rauda se dirigía a los brazos de Andrés quién la besaba frente a todos demostrando que él tenía el premio mayor y que los demás debíamos sólo contentarnos con ver a la perfecta pareja del colegio.
La acción me paralizó. No se había percatado que me dirigía hacia ella para alivianar el sufrimiento. Quedé solo, pero reaccioné rápidamente aventurando algunos pasos más. El nerviosismo me invadía ya que alcancé a divisar de reojo cómo muchos de mis compañeros se sonreían (pues la situación no era propicia para las carcajadas y burla ) y que seguramente vendrían sin piedad en unos tres días más. Seguí caminando, me agaché y cogí una flor. Fue peor. Hasta mis amigas se cubrían la boca para no ser sorprendidas riendo del ridículo que hice, entonces el fuerte tañido de las campanas llegaba en mi auxilio justo para distraer la atención que en mí se había concentrado.
El hermano de Fernanda había sido un dolor de cabeza para la señora Elsa. Casi todos los colegios de la ciudad conocieron de sus travesuras. Últimamente se sentía perseguido. Al parecer, los narcos le cobrarían el error de querer salir del círculo.
-¡Dame $ 300! ¡Apúrate!
-¿Qué pasa Marco?
Me arrebató la mochila y sacó el único billete que tenía. Abordó a la carrera un colectivo y desapareció. De esto hace ya un mes. Decían que unos hombres lo seguían y que en algo grande estaba metido. Lo cierto es que la fatalidad sería un sello para esa familia. Sabía que Fernanda odiaba el número 2 y ahora logro entender.
El reloj de la iglesia marcaba las dos de la tarde y llegaba el cuerpo de Marco. Todos nos comenzamos a acercar con pasmosa lentitud mientras dos ancianas se entretenían con dos palomas que comían de sus huesudas manos. La Fernanda y Marco eran gemelos. De dos certeros balazos al corazón falleció y toda la mañana estuvieron esperando que entregaran el cuerpo dos familiares, su madre y su hermana, pues las dos habían quedado viudas de los hermanos Valdivieso, que en una trágica colisión, entre dos avionetas, habían fallecido cuando el reloj marcaba las dos de la mañana y los niños cumplirían los dos años de edad sólo que su padre nunca estaría para celebrarlos. Toda esta información la leí de un periódico que mis padres mantenían guardado de aquella época y que ayer se volvía a publicar destacando la desdicha familiar.
Repentinamente un fuerte golpe en la cabeza me trajo a la realidad en el intento de apagar la alarma. El despertador indicaba el inicio del ritual para asistir al college. Sudaba y estaba agitado. Quedé quieto tratando de ordenar mi mente y entender algo. Tres minutos bastaron para despertar y comprender que todo era una horrible pesadilla. Prendí la luz del velador. Me relajé y volví a dormitar para enseguida levantarme y ver nuevamente a la Fernanda. Aquel día estaba decidido a hablarle.
La Fernanda no asistió. Al volver a casa, mi madre, muy consternada, me estrechó entre sus brazos y me dijo que la señora Elsa la había llamado para comunicarle que su hija había sido asesinada por dos individuos que la habían raptado aquel día y que la dejaron en la carretera.
Mañana a las dos de la tarde se realizará la misa.
CLAUDIO ALVARADO VELÁSQUEZ.
jueves, 2 de septiembre de 2010
Enigma
El pánico paralizaba.
El tétrico lugar al que me llevó aquella ruta era inquietante. El vehículo no respondía a mi conducción y sólo se detuvo frente al castillo. Dudé y luego de vencer mis miedos, bajé del vehículo y pausadamente me dirigí a la entrada. La luna me ayudaba con un resplandor que dejaba dibujar un ambiente que aceleraba el corazón...
ACTIVIDAD:
Redacte un desenlace en 30 palabras.
El tétrico lugar al que me llevó aquella ruta era inquietante. El vehículo no respondía a mi conducción y sólo se detuvo frente al castillo. Dudé y luego de vencer mis miedos, bajé del vehículo y pausadamente me dirigí a la entrada. La luna me ayudaba con un resplandor que dejaba dibujar un ambiente que aceleraba el corazón...
ACTIVIDAD:
Redacte un desenlace en 30 palabras.
miércoles, 1 de septiembre de 2010
¿Cuál es el problema?
El reloj me decía que eran las 23.35 horas mientras que el calendario señalaba un día sábado de tormenta eléctrica. Mis padres habían salido a una fiesta ochentera.
- ¿Te dejo en casa de tu abuelita?
- No, gracias mamá. Me puedo quedar sola sin ningún problema.
Tenía a mi haber el primer record de 2 horas de permanencia absolutamente sola, es decir, casi. La Titi me acompañaba con su ronroneo a los pies de la cama. Ella, yo, la terlevisión y unas palomitas de maiz,¡Qué más podía pedir!
Al principio fueron unos débiles golpecitos. Me hice la desentendida y subí el volumen de la tele. Luego alguien subía las escaleras. Corrí a cerrar la puerta del dormitorio y le hice más cariño a la gata para que ronroneara más fuerte.
La pausa, el silencio de la pantalla y la gatita durmiendo sólo produjo que los latidos de mi corazón se escucharan potentemente, entonces los audífonos y la música solucionaban el instante de miedo.
Sentí y vi un par de murciélagos que intentaban entrar por la ventana. Desperté a la felina, bostezó y volvió a cerrar los ojos. Yo la imité.
A las 02.30 horas divisé cinco espectros dentro de mi habitación.Tomé el rosario, me cubrí con las frazadas completamente y aunque me asfixiaba soporté.
-¡Hola hija! ¿Estás despierta?. ¡Apague la luz!
-¡Mamá!
La mami subió y me felicitó. Eres grande ya no te asustas. Recibí el abrazo y el mensaje y ahora sentía un gran alivio hasta que mi papá habló desde el primer piso.
- ¡Bien hija. Te aviso desde ya que el próximo sábado saldremos con tu madre!
-¿Te quedas solita?
- ¿Te dejo en casa de tu abuelita?
- No, gracias mamá. Me puedo quedar sola sin ningún problema.
Tenía a mi haber el primer record de 2 horas de permanencia absolutamente sola, es decir, casi. La Titi me acompañaba con su ronroneo a los pies de la cama. Ella, yo, la terlevisión y unas palomitas de maiz,¡Qué más podía pedir!
Al principio fueron unos débiles golpecitos. Me hice la desentendida y subí el volumen de la tele. Luego alguien subía las escaleras. Corrí a cerrar la puerta del dormitorio y le hice más cariño a la gata para que ronroneara más fuerte.
La pausa, el silencio de la pantalla y la gatita durmiendo sólo produjo que los latidos de mi corazón se escucharan potentemente, entonces los audífonos y la música solucionaban el instante de miedo.
Sentí y vi un par de murciélagos que intentaban entrar por la ventana. Desperté a la felina, bostezó y volvió a cerrar los ojos. Yo la imité.
A las 02.30 horas divisé cinco espectros dentro de mi habitación.Tomé el rosario, me cubrí con las frazadas completamente y aunque me asfixiaba soporté.
-¡Hola hija! ¿Estás despierta?. ¡Apague la luz!
-¡Mamá!
La mami subió y me felicitó. Eres grande ya no te asustas. Recibí el abrazo y el mensaje y ahora sentía un gran alivio hasta que mi papá habló desde el primer piso.
- ¡Bien hija. Te aviso desde ya que el próximo sábado saldremos con tu madre!
-¿Te quedas solita?
viernes, 27 de agosto de 2010
Impulso
Era tanto el amor que sentía por la dulce Amapola que no pude resistir, no pude frenar lo cuestionable de mi acción, el reproche social que significaría el atrevimiento , la osadía sin raciocinio, la barbarie urbana escolar. El irrefrenable deseo de robarle un beso a la chica que amaba en silencio durante ocho años traducidos a la enseñanza básica completa, admirándola, contemplando su hermoso rostro y angelical figura que, sin pensarlo, lo hice, sin vacilar, como si fuera un derecho,un deber y así lo entendí.
Todos en mi curso se habían ido. Yo la seguía, como siempre sin que ella se enterara y fue entonces cuando volví corriendo a la sala. Era la única oportunidad que tendría de sentir sus labios, sus dedos.
Nadie se había percatado del sutil movimiento que Amapola hizo en la última hora de Lenguaje, justo antes de la interrogación que le harían. Ese mágico momento en que desplazó sus finos dedos a su boca para sacar un rosado y aromático chicle que dejó bajo su mesa.
Ahora estaba solo, en su asiento, junto a su mesa.Me incliné y suavemente procedí a deleitarme con este único beso indirecto que le daría en la vida, dos horas con la dulce goma de mascar. Ella nunca se enteró y luego de treinta años aún la amo y la observo diariamente en el trabajo.
viernes, 20 de agosto de 2010
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